El ajo es un alimento universalmente conocido, pero también una planta con potentes e importantes efectos medicinales. Sin embargo su inconfundible y penetrante olor, considerado por mucha gente como altamente desagradable, hace que sea un alimento rechazado. Los estudios científicos empiezan a ser abrumadores a favor del ajo. Existen miles de artículos que han relacionado el ajo con efectos determinados sobre la salud, especialmente en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares ( infarto, colesterol, angina de pecho ).
- Tiene un efecto reductor de la presión arterial, baja la presión diastólica.
- Disminuye no solo el colesterol, sino que aumenta los niveles del colesterol «bueno» HDL normalizando en muchos casos los niveles de triglicéridos.
- Se utiliza con eficacia en la prevención de la esclerosis cerebral y la ateroesclerosis ( endurecimiento de las arterias ), aumenta la elasticidad de las arterias, en especial de la aorta.
Todas estas acciones cardiovasculares previenen o disminuyen el riesgo de padecer un infarto de miocardio o una angina de pecho.
El ajo ejerce también un poder beneficioso sobre el sistema digestivo. Tanto crudo como cocido, estimula la secreción de la mucosa gástrica, regularizando la digestión. Sobre el hígado - estimula la expulsión de la bilis por la vesícula biliar y en el intestino - ejerce una actividad calmante y antidiarreica, también disminuye el meteorismo ( gases ).
Un estudio realizado con 29 pacientes que tomaron diariamente 1g de polvo seco demostró que aliviaba las molestias estomacales y abdominales, las flatulencias, los cólicos y las náuseas. Los autores de la investigación concluyeron que el ajo era capaz de sedar el estómago y los intestinos.
También son conocidos los efectos de ajo sobre los parásitos intestinales. La mayoría de los preparados para eliminar las lombrices intestinales en niños, lleva en su composición el ajo.
Nuestras abuelas conocían muy bien el poder antibiótico y antiséptico del ajo. Lo administraban en infecciones respiratorias, asma. Por su actividad mucolítica ( fluidifica la expectoración ) es utilizado en el tratamiento de la tos.
Elimina tanto a los virus como a las bacterias, pero quizás el descubrimiento más sorprendente fue, que también es capaz de luchar contra los hongos ( la asignatura pendiente de los antibióticos convencionales ). Ciertos hongos como Candida albicans, presente en muchas infecciones vaginales y bucales o las infecciones crónicas, muy resistente al tratamiento habitual han respondido muy bien al tratamiento con el ajo, tanto en aplicaciones internas como externas. Por su gran poder antifúngico, el extracto de ajo es efectivo en el tratamiento de la tiña o del pie de atleta.
También se ha comprobado su eficacia como repelente antimosquitos. Tanto comiendo el ajo crudo, como frotando la piel con un diente de ajo partido, se consigue alejar los pesados insectos. Las dolorosas picaduras, se alivia, frotándolas con el jugo de ajo fresco. Baja la hinchazón de inmediato.
En fin, el ajo crudo es un excelente remedio que no necesita de ninguna preparación complicada, no tiene efectos segundarios. Debemos aprovechar su gran eficacia e incluirlo en nuestra dieta habitual.